• Costos de publicidad, letreros, otros costos, si planeas vender como dueño. • Abogado, agente de cierre y otros honorarios profesionales. • Impuesto sobre consumo/ganancias por la venta, si corresponde. • Costos prorrateados por tu parte de los gastos anuales, tales como impuestos a la propiedad, mensualidades de asociaciones de propietarios y servicios públicos. • Cualquier otro costo que a veces paga el vendedor (tasaciones, inspecciones, costos de cierre del comprador, etc.).
Gastar la seña que te dieron
No creas que el dinero que depositaron en garantía en el momento de aceptar una oferta es tuyo hasta que el trato se haya cerrado y registrado. Hay demasiadas historias sobre vendedores que gastaron el dinero del depósito antes del cierre. Cuando las transacciones no se concretaron, por razones tales como eventualidad financiera o fallas en la inspección o problemas de reparaciones, los compradores tuvieron que pelear o demandar por un reembolso. Otra ventaja de usar un agente inmobiliario es que el agente es una parte neutral que retendrá el depósito por ti hasta el día que se cierre el negocio y se asegurará de que tu contrato dicte qué sucede con esos fondos si la transacción no se concreta. Olvidarte de cancelar/cambiar los servicios públicos y los seguros Muchos vendedores olvidan notificar a los servicios públicos que se mudan o solicitar los servicios públicos en tu nuevo hogar. Llama a los servicios públicos y a tu compañía de seguros
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