mercado durante más de siete meses sin recibir una sola oferta.
El constructor contrató a un agente de bienes raíces que conocía la importancia de encontrar esa característica especial. Esto le impulsó a investigar la casa a fondo. Descubrió qué tenía esta propiedad que la competencia no tenía: un terreno de cinco acres. Otras casas que estaban en venta en el área tenían lotes de uno a dos acres. El terreno no solo era más grande, también era más privado que los de las otras propiedades. El agente de bienes raíces al comercializar la propiedad destacó los cinco acres. Como la casa en sí ya no era el principal atractivo de la venta, el interés en dicha propiedad aumentó.
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